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Antes de comenzar, es importante poner en contexto la situación de esta zona del país. La región Somalí se acaba de enfrentar a la peor sequía de los últimos 40 años, esta situación ha afectado a 24,1 millones de personas, lo que nos muestra, la situación tan crítica a la que se han tenido que enfrentar estos últimos años.
Por si fuera poco, a esta catástrofe hay que añadirle la situación económica tan complicada a la que se enfrenta el país, con una inflación de alrededor del 40%, lo que dificulta aún más la vida de la ciudadanía de la región Somalí.
Además, en Filtu, la situación del agua es especialmente crítica, ya no solo por las sequías, las cuales afectan a todo el cuerno de África, sino por la falta de puntos de recogida y de almacenamiento de agua. La comunidad de Filtu es, en su mayoría, pastoralista, es decir, sus sustentos principales se basan en la ganadería y el pastoreo. El 84% de la población vive de la venta del ganado y de productos animales. Teniendo en cuenta la falta de agua, les ha sido imposible mantener todo el ganado que tenían, por lo tanto, a la escasez de agua hay que sumarle las dificultades para conseguir alimento.
A pesar de todos los inconvenientes, el proyecto de ayuda a la emergencia, gestionado por la ONGD Pastoralist Concern en Etiopía y la ONGD medicusmundi gipuzkoa con la financiación de la Diputación Foral de Gipuzkoa, llegó en un momento crucial para poder ayudar a las adolescentes de la región Somalí, puesto que en situación de crisis climática siguen siendo ellas las más vulnerables por la gran brecha de desigualdad de género existente.
La menstruación es algo que se encuentra muy presente en la vida de las mujeres, aun así, todavía hay muchas mujeres qué no disponen de los suficientes recursos para poder tener menstruaciones dignas. A este fenómeno se le denomina: pobreza menstrual. Esto puede ocurrir por falta de información o recursos económicos para poder mantener una higiene adecuada.
Hay que tener en cuenta que la región Somalí, es una zona muy empobrecida dentro del país, por lo que las mujeres muchas veces no disponen de los suficientes recursos económicos como para comprar compresas o cualquier otro tipo de herramienta para mantener una adecuada higiene menstrual, lo que desencadena problemas de salud. Teniendo en cuenta el estudio de Menstrual Practices and Experiences, realizado por MELA for Her, las niñas de la región somalí no tienen acceso a los materiales para la menstruación. Según los datos obtenidos, más de un 60% utiliza ropa reutilizable o toallas, y solamente un 25% compra compresas desechables. Esto puede ser, por un lado, por la falta de dinero para adquirirlas o porque no siempre están disponibles.
Esta problemática se agudiza aún más, ya que tienen que hacer frente a la problemática del cambio climático, por sequías o inundaciones. Estos fenómenos afectan el acceso al agua de las mujeres; no disponen de suficiente agua o de agua potable para poder mantener una higiene adecuada, y desencadena distintos problemas de salud como infecciones.
Es importante que nos paremos a reflexionar acerca de esta problemática, ya que se trata de una realidad que viven muchas mujeres. Desde las organizaciones de ayuda humanitaria, es importante que se tenga en cuenta esta circunstancia para intentar cubrir estas necesidades, ya que no podemos olvidar que la menstruación está directamente relacionada con los derechos humanos de las mujeres. “Los derechos humanos son derechos de todo ser humano en virtud de su dignidad humana. La menstruación está (…) relacionada con la dignidad humana, cuando las personas no pueden acceder a instalaciones (…) y medios seguros y eficaces de manejo de la higiene menstrual, no pueden manejar su menstruación con dignidad“ (UNFPA, 2022). Por ello, es necesario darle la importancia que se merece a este asunto, y así, ayudar a todas esas niñas y mujeres que no pueden tener períodos dignos, por ser algo que va en contra de sus derechos como personas. Si se está trabajando por alcanzar sociedades donde vivamos en igualdad de género, no podemos pasar por alto las necesidades de un número tan alto de la población.
En lo que respecta a las afecciones de la menstruación en la educación de las niñas, todavía hoy en día en muchos países la menstruación sigue siendo un tema tabú, incluso hay niñas que antes de que tengan su primer período no han oído hablar nunca de ella, y no comprenden qué les sucede cuando esto ocurre. Por esa razón muchas de ellas deciden quedarse calladas esperando que eso que les está sucediendo no vuelva a pasar nunca más, algo que evidentemente no sucede. Por ello, no les queda más remedio que hablar con sus madres y contarles lo que les está pasando. Durante los primeros períodos muchas de ellas, por desconocimiento y miedo, esconden sus períodos incluso negándoles a sus familiares que hayan empezado a menstruar.
Además de esto, cabe destacar que cuando las niñas no disponen de los recursos para poder tener una menstruación digna, faltan a la escuela, lo que supone un gran problema para estas niñas, puesto que afecta de forma directa en su rendimiento académico. Teniendo en cuenta que la menstruación puede llegar a durar de 2 a 7 días, faltar tantos días a la escuela todos los meses las atrasa muchísimo, sobre todo si las comparamos con sus compañeros.
Según un estudio realizado por MELA for her, las jóvenes y niñas de la región Somalí, faltan a la escuela, de media, de 1 a 3 días todos los meses debido a sus menstruaciones, y sus afecciones directas tanto a su salud física como psicológica.
¿Pero qué ocurre cuando estas niñas van a la escuela? Cuando estas niñas van a la escuela durante su período tienen que hacer frente a situaciones muy hostiles, ya sea por falta de instalaciones donde cambiarse de forma segura, o por el acoso que pueden llegar a recibir por parte de sus compañeros. “Las niñas y jóvenes de Filtu utilizan instalaciones sanitarias (46%), patios traseros o sin instalaciones (39%) y zonas para dormir (15%) para cambiarse. El 85% de ellas deciden no cambiarse de compresas debido a la falta de aseos separados por sexos, al miedo a otros estudiantes, a la falta de agua y/o a la escasez de productos sanitarios” (estudio MELA for her).
Por todo ello, muchas de estas niñas dejan definitivamente la escuela antes de obtener el graduado. Esto es algo que les seguirá perjudicando una vez salgan de las escuelas, puesto que los trabajos a los que puedan acceder serán mucho más precarios que los de sus compañeros varones.
Por último, es muy importante destacar que la baja presencia de las mujeres en las aulas no debe sólo a las faltas en periodos de menstruación, sino de forma permanente, y es algo muy preocupante. Según los datos de la Agencia Central de Estadística del año 2016, un 0,7% del alumnado en educación primaria es mujer, y un 0,4% en educación secundaria. Esto se debe a que las niñas asumen a edades muy tempranas grandes responsabilidades, como, por ejemplo: ir a por leña, recoger agua, cocinar…, así como al matrimonio infantil, a los embarazos adolescentes o a que las familias optan por priorizar la enseñanza de los varones, algo que dificulta muchísimo que puedan terminar su formación académica.
Por si fuera poco, conociendo que las adversidades no afectan de igual manera a hombres y mujeres, vemos que en el caso de las afecciones por el cambio climático también hay desigualdades. En momentos de crisis climática, las mujeres son más vulnerables a sufrir distintos tipos de violencias, puesto que son momentos muy complicados donde se agudiza aún más la pobreza. Un ejemplo de ello es que durante períodos de sequía o inundaciones los matrimonios precoces aumentan. Las familias emplean dichos matrimonios para conseguir sustento económico, lo que pone en situaciones especialmente críticas a estas niñas, que son casadas a la fuerza con hombres mucho mayores que ellas a cambio de ganado. “En Etiopía, los desplazamientos (…) asociados a la sequía están contribuyendo a un incremento del tráfico de niñas y jóvenes (…) las personas afectadas por la sequía se desplazan a las áreas urbanas, donde se ven obligadas a vivir en refugios desprotegidos (…) lo que a su vez incrementa la exposición de los niños, especialmente de las niñas, al abuso sexual, la violencia y al riesgo de tráfico humano” (Plan Internacional, 2023).
Lo mismo ocurre, cuando se trata del acceso al agua. En el caso de Filtu donde el agua es un bien escaso y muy preciado, decidir cómo y cuándo se utiliza es algo muy importante. Teniendo en cuenta que Filtu es una sociedad patriarcal, a nadie le sorprenderá saber que las mujeres a pesar de ser quienes se encargan del transporte del agua, quienes aumentan sus horas de trabajo, y quienes se exponen a mayores agresiones, no tienen voz a la hora de decidir sobre cómo y cuándo se va a utilizar dicha agua. Al ser los hombres de la comunidad quienes toman este tipo de decisiones, se dejan completamente de lado las necesidades concretas de las mujeres, como pueden ser: los partos y la menstruación.
Teniendo delante esta problemática, el proyecto “Ayuda de emergencia frente a la sequía recurrente en la zona de Filtu, región Somalí, Etiopía”, ha sabido reaccionar y dar soluciones a estos asuntos. ¿Cómo se ha hecho esto? A través de distintas actividades como, por ejemplo: campañas de sensibilización con los distintos grupos de la comunidad para concienciar a toda la población sobre la menstruación, la higiene menstrual y los tabúes relacionadas con esta. Además de esto, la distribución de kits de higiene menstrual ha sido de gran ayuda para las jóvenes de la región, ya que gracias a estos kits podrán afrontar sus menstruaciones de una forma digna y mucho más segura.
Poder participar en la actividad económica es un gran avance para las mujeres, puesto que les permite lograr cierta independencia respecto a sus maridos. Esto es algo que las mujeres de la región Somalí tienen muy presente, es por eso, que una de sus mayores preocupaciones es trabajar y conseguir dinero para así volverse más independientes.
El problema de esto reside en el hecho de que estas mujeres viven en entornos muy patriarcales donde la división sexual del trabajo ha determinado quién se encarga de qué. Esta división, “(…) atribuye un papel subordinado a las mujeres, (…) que les impiden realizar determinadas actividades o participar en la vida económica” (Cunha y Casimiro, 2019:91). “Los hombres en cambio, se encargan de salir y conseguir dinero, mientras tanto las mujeres quedan confinadas en el ámbito doméstico, encargándose de las labores reproductivas, principalmente, de la crianza, la cocina y la limpieza del hogar. De esta manera, las mujeres quedan totalmente excluidas de la actividad económica”.
La economía de la región se basa en el pastoralismo y el agro-pastoralismo, y aunque es cierto que ellas también participan en estos asuntos, solo les dejan encargarse del pequeño ganado, como, por ejemplo, las cabras. Mientras tanto, quienes realmente manejan el dinero son los hombres, puesto que son quienes se encargan de la gestión de los camellos, que son realmente los animales que dan ganancias. A pesar de esta situación tan desfavorable, las mujeres no se quedan calladas y se vuelven sujetas activas.
Sin reparar en la magnitud de lo que están logrando, estas mujeres se han organizado y unido con ayuda de distintas organizaciones para cambiar la economía de sus regiones, implantando modelos económicos más equitativos, en los que ellas puedan formar parte de manera activa. Para llevar esto a cabo, se han creado distintas cooperativas: agrícolas, ganaderas y de ahorro y crédito. Lo interesante de estas últimas es el hecho de que parten de algo que ya existía anteriormente en la comunidad. Y es que las mujeres de la región Somalí siempre se han juntado para ayudarse entre ellas, creando así espacios seguros donde hablar de sus problemas y preocupaciones, lo que ha hecho fácil sacar adelante este tipo de cooperativas.
Gracias a estas cooperativas, las mujeres pueden comenzar a abrirse paso en espacios tradicionalmente dominados por hombres, y van transformando su realidad. “(…) a pesar de tanta victimización, (…). Aprendemos con las mujeres que no hay opresión que no implique resistencia” (Cunha y Casimiro, 2019:95). Se empoderan, tanto a nivel económico como en lo referente a sus derechos, lo que les ayuda a mejorar de forma considerable su calidad de vida.
Una vez las mujeres están dentro de las cooperativas, se intenta que participen en otro tipo de actividades relacionadas con distintas problemáticas, es decir, que se abran paso en la esfera pública, para que así la sociedad no tenga más remedio que escuchar sus voces y dejen de estar confinadas únicamente en el ámbito doméstico.
En la región Somalí hay grandes tasas de analfabetismo, especialmente, en mujeres adultas. Esto se debe a que se ven obligadas a dejar los estudios a una edad muy temprana o a que comienzan a tener más responsabilidades a edades mucho más tempranas que sus hermanos.
Pero gracias a estas cooperativas y a un proyecto iniciado en el año 2017 por parte de medicusmundi gipuzkoa de la mano de Pastoralist Concern (PC), y con el apoyo financiero de la Agencia Vasca de Cooperación para el Desarrollo (AVCD) y, posteriormente, de la Diputación Foral de Gipuzkoa, se están realizando con gran éxito programas de alfabetización a mujeres adultas de la región Somalí, lo que a su vez las empodera y las vuelve más independientes.
Las cooperativas funcionan de forma comunitaria. Todas las decisiones se toman entre todas las integrantes de las cooperativas, lo que permite la participación activa de todas las mujeres.
No podemos hablar de las mujeres de la región Somalí sin mencionar la sororidad que muestran día a día. Una vez ellas consideran que han logrado el dinero necesario para poder vivir bien, hacen todo lo que está en sus manos para poder ayudar a otras mujeres y hacer que entren en las cooperativas, para que así, la calidad de vida de dichas mujeres mejore, al igual que les ocurrió a ellas. Considero que esto es algo que debemos destacar, puesto que nos muestra una vez más que estas mujeres no se quedan quietas y rendidas frente a sus situaciones de desigualdad.
Como es de esperar, en un primer lugar los hombres no estaban demasiado de acuerdo con esta nueva forma de gestionar la economía, pero las mujeres, gracias al trabajo y a la dedicación han demostrado que son perfectamente capaces de participar en las actividades económicas; hasta tal punto que las han empezado a ver ya no solamente como madres y cuidadoras sino como lideresas capaces de enfrentarse a ellos en espacios como el mercado (culturalmente dominado por hombres).
Aún así, está claro que queda mucho camino por andar. Hay que tener en cuenta que estas mujeres a pesar de haber empezado a conseguir su propio dinero continúan moviéndose en espacios dominados por hombres, por lo que muchas veces tendrán que escuchar comentarios y/o ver actitudes muy discriminatorias por razón de sexo. Sin embargo, esto no es algo que preocupe a las mujeres somalís, ya que ellas continúan trabajando día a día para empoderarse y tener una participación mucho más activa en todos los ámbitos de su comunidad.
Artículo realizado por Maialen Bikondoa, estudiante de prácticas del grado de Antropología Social de la UPV/EHU, en el marco del proyecto “Ayuda de emergencia frente a la sequía recurrente en la zona de Filtu, región Somalí, Etiopía”.
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